jueves, 9 de julio de 2015

D ~ PURISTA.

A usted:

Imagine un ser incorruptible,
del hilo sensible 
que apenas ya queda.

De los que, a pesar de su voz queda,
mantienen en vereda,
con su labia terrible.

La generosidad inimaginable.
La honestidad y humildad incorregible.
La fidelidad, en su vestimenta, la seda.
 
Quien bien podría ser un héroe en la obra de Espronceda.

Pirata únicamente criminal de hurtar verdad para repartirla. Apreciador de lo bello, de lo bueno. Conversor de lo horroroso en lo exquisito.

Yo que soy de gusto refinado, al menos lo ha confirmado el hecho de fijarme en la persona de usted, sé bien lo que estoy repartiendo: otra verdad grande.

Una nota musical hace al brillo de la perla que se aposenta en el hueco que desearan muchos oseznos tener como cueva, acogedora. Cada paisaje grita su nombre, señor, cuando las brisas mueven el entorno, cualquiera que haya de ser por el que paseo, haciendo redundante su recuerdo, que ya es decir lo que remermoro cuando es fuerte mi gusto por lo que lo hago. Los poros de ese mármol, el perfecto césped donde descansar. Y así que es el sueño, claro, de ensueño. El arpa se creó cuando sus cuerdas de canto, porque no es voz, sino una coz en el pecho medio izquierdo, una música, varón de buen sentir, estuvieron destinadas a que el mundo las conociera.

En definitiva, en ocasiones me regocijo en la posibilidad de haber fallecido joven, y haber alcanzado el paraíso que siempre han prometido los optimistas temerosos.

No se lo imagine usted más y refléjese cuanto antes donde pueda, que lo va a ver justo delante de sus ojos de campo, pardos y oscuros.


¿Cuántas alabanzas bien merecidas le habré dedicado ya? Ha ya tiempo. Cronos me mira con ojos, aunque burlones, tiernos y fraternales por ello. Lo sé porque Cronos nos ha cuidado y ojalá así decida que ha de seguir siendo.

M.R.C. Por usted, en la euforia.