miércoles, 10 de junio de 2020

~ C/D ~ INSERT CO-IN-CIDENCIA

Ambos nos dirigíamos de vuelta a casa: La Ciudad Dormitorio nunca dormía. Acogía a todo tipo de individuos, venidos desde el más lejano Oriente hasta nacidos en la ciudad vecina. Ambos nos habíamos dado cuenta de la curiosa coincidencia que nuestros horarios habían planteado, así que nos mirábamos de soslayo con los ojos superando de milagro la barrera de algodón de la dichosa mascarilla. También elegíamos el mismo vagón y puerta por la que salir, e íbamos disfrazados con una pretenciosa elegancia, que trataba - ¿lo trataba o era buscado? - inútilmentente de cubrir un marcado carácter obrerista. Cambiamos los dos la misma pierna al cruzarlas. A la vez. Esto empezaba a ser divertido y a dar miedo a la par.

Los dos mirábamos nuestros reventados teléfonos; yo deescribía este hecho.

Lo que desconocía era que él también lo hacía.

M.