viernes, 12 de julio de 2019

~ C/D ~ LI VIRDID ~

Las paredes escuchan un leve farfullar de mis entrañas. Dicen éstas que qué despropósito la vida, pero sobre todo las interacciones sociales que la propician. Imagino, cada uno con su infierno particular intentando resolver o ayudar al mismo proceso con otro propio a cuestas como un dromedario, o como el Jorobado de Notre Dame (doblemente quemado el pobre hombre). JAJAJAJA. Se me sale la risa de los carrillos como líquido amniótico de un parto. Yo sólo quería poder ser sincera sin causar estragos. Poder enfadarme sin sentir la mirada de reproche de un león sabanático hambriento. Pero eso no ha sido posible antes, menos ahora, que se son sabidas más verdades. Y las verdades son puñales las muy sinvergüenzas. Mi persona sabe cosas, reconoce cosas, se miente cosas, pero, al día siguiente, se levantará arrepentida pensando que todo lo que piensa es mentira, que es una exagerada, que es culpa del alcohol a pesar de haberlo llorado y gastado todo por los ojos con oceános de suplicio.

Será agua pasada y todo volverá a una normalidad que retornará a relucir entre la espesura. Y así, sucesivamente. Hasta que quiera La Verdad Absoluta apuñalarme en serio.


M. R. C

martes, 2 de julio de 2019

~C/D ~ CARTA A LA CARTA ~

A alguien que adora las palabras por encima de tantas cosas le ha quedado muy claro a lo largo de estos años que los actos son lo más importante.


Pero las palabras también se dicen.


Y decir es un acto, de toda la vida. 


Por: Egonar Ciso.