No volverán las oscuras
golondrinas
atolondradas, sus locuras.
No volverán las oscuras
golondrinas
atoradas en tus vestiduras.
No volverán las oscuras
golondrinas
atormentadas, adormiladas, acorraladas,
aminoradas, en sus corduras.
M.R.C.
No volverán las oscuras
golondrinas
atolondradas, sus locuras.
No volverán las oscuras
golondrinas
atoradas en tus vestiduras.
No volverán las oscuras
golondrinas
atormentadas, adormiladas, acorraladas,
aminoradas, en sus corduras.
M.R.C.
Maldigo ser mendigo
tan mendigo de un relleno,
nunca, jamás, se llenará
porque el vacío está repleto.
Quién me diría a mí
«contigo no es suficiente»
que necesito el sí
de tus ojos, muy constante
que hipoteco tu querer
porque el mío es 'tan tan grande'
que no me dejo ver
los placeres del instante.
Pero a veces sí lo veo
se vacía aquel vacío
que estaba tan tan lleno
y aun así tan incompleto
y espero, sí, se llenará
de un vacío tan intenso
que no hará falta nada más
con nosotros, será inmenso.
M. De <<mi corazón dice 'te quiero' y cada día yo te quiero más>>
Hacía tiempo que no nos veíamos. Supongo que es lo que tiene el camino a la normalidad. Los poetas sufren mucho, no sé por qué dicen que han muerto.
Una vorágine desenfrenada
y muy disidente
miente, la esfinge
compra sus bulos, la desdentada
finge mentir, toda desbocada
nadie, ni ella, saben que miente.
M.R.C.
Aderezos morfeicos, cánticos de sueños
susurros prosaicos,
tántricos de cielo
murmullos en
mosaicos, atlánticos, mis dueños
rezos, aunque laicos,
del Paraíso, anhelo.
M.R.C.
Siento una ternura en
las ausencias. Niños
todos en mi men
te, guiños
aunque adulto, su presen
te, aliños
de compasión bien indolen
te, tantos cariños
ante las infancias.
Imagino en cada gesto sus pucheros
aunque estén escribiendo un gran informe
trajeados, en chándal, de uniforme
fueron (y son) tiernos corderos.
Siento una ternura, y en
la mente, guiños
de penita ante el presen
te. Cariños
con aliños
de indolencias,
infancia de los niños
sus ausencias;
infancia de estos niños,
tan ausente.
M.R.C.
No me llamo
en pretensión
(si entera
mi complexión
es de epífora):
poeta.
Me posee encomiable
sinalefa, hipérbole
y metáfora
no, no es remediable
sinestesia, hipérbole
y anáfora.
No te llamo
en pretensión
(si ¿dónde está
tu hipérbaton?):
no poeta.
Poesía no eres tú
pues no hay ni un
calambur
ni calambre en corazón
por tu verso tan vacío
de vacío.
Es mejor que intromisión
si no hay ningún oxímoron,
no cometas tan impío.
Y tú entonces lo preguntas: ¿Qué es poesía?
M.R.C.
Tener miedo a un desembarco que, sin embargo, intentas a traer a toda costa, a través de los turbulentos mares. Cuestionar: "¿Y si no hay suficientes botes?". Porque eres pirata.
Forzar el navío, que te ha brindado grandes viajes, a entrar en fastuosas guerras. Porque eres pirata.
Dejar que los cañonazos revienten sus costados de madera, y luego procurar desesperadamente repararlo con tablillas mohosas y añejas, y achicar el agua con las copas de ron de la anterior noche de juerga. Y todo con resaca. Porque eres pirata.
Pero la gran nave, de infinitas paciencia y esperanza, te sigue llevando a donde quieres, y descubres landas nuevas y maravillosas, fructíferas, que, no obstante, advertirás a tu tripulación que son espejismos por el calor y el alcohol. "¡Vámonos de aquí! ¡Son cuatro cantos de sirena! ¡Meros oasis en desiertos!", mientras observas con melancolía y cierta admiración tu bajel, preguntándote cuánto tiempo más aguantará sin irse a pique en tales trasiegos. Porque eres pirata.
Creer en maldiciones, en que nunca arribarás a un destino que sea tu hogar, y aún así buscar sin cesar alguno para retirarte finalmente y recorrer las tabernas cantando, y escuchando a las gaviotas esta vez feliz, pues ya estás fuera para siempre de aquella incertidumbre en los océanos. Porque eres pirata.
M.R.C. Cabo de la INFANTEría Real de la Fragata Esperanza.