Ya no hay morada
en que more
mi mora o judía naveta
dorada.
Acaso atisbos de un rastro
de rostro, la meta
que reta y que dora
la espada.
Un lastre
arrastre de pasto que hundía
la veta
decepción, oh, contraste.
Por ende en demasía,
desastre
en la masía añorada.
M.R.C.