Un paso, y retrocedes,
mientras cedes
el paso a merced
del ocaso
mientras el medio vaso
da sed,
me precedes.
Porque cada vez que avanzo, te vuelves y te arropas con tus redes. Y si no, me pillas por sorpresa y miles de cuchillas de esperanza me vuelcan la balanza. Y me dejan respirando al sin aliento. Tus ropajes, tela de raso, que no traspasa, no alcanza, pero acaricia.
Tus puntos suspensivos son una droga extraña, y cada vez que quiero unirlos, dispones en vertical dos, y me convierto en el hilo que los casa...
Dejamos todo a medias menos mis medias en las piernas... y creo que me encanta.
M.R.C. Sobre el devenir de tu lapso.
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