Pues es una burla y una obra muy personal. Pero personal porque sólo me gusta a mí o eso aparenta.
El caso es que todo está bien en ella. La composición, los colores y su combinación, las proporciones, la escena en sí... Es como la raja de la falda que Estopa enmarcaría en el umbralito de los 90 patrios. Insinúa y te da tal galleta que serías la envidia del monstruo que las ansía en Barrio Sésamo.
Me hago un Dalí y me piropeo enterita por hoy.
Y por mañana, para cuando venga un monstruo a darme otra galleta a mí y a devolverme a la humildad.
Todo esto por culpa de la música que se usa para los programas de cocina. A tomar por defenestre.
Fdo: Egonar Ciso.
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