Dos días en un hospital, tampoco está mal. Pancho Lanza comenzaba a añorar también a la pelisucia teatrera.
- ¡Y verdulera!- Exclamaba intentando convencer a su señor, y a sí mismo, de que no tuvieron nada que perder mereciera.
- Señores, están ustedes detenidos- Un Guardia Civil entró en la habitación.
- ¿Cómo es el asunto? ¡En esta posada de la cura reposada (y ahora esposada) se halla mi persona, y usted que quién ha de ser, irrumpe e interrumpe y me dice que soy presunto!
- Que quiénes son ustedes, es lo que yo me pregunto. Y todos. ¿Dónde está su documentación?
- ¡Documentación! ¡Santa Paciencia! Es mi deber decirle que es mi ciencia ser conocido por quien me ve. ¡Así que déjese de dilación! ¿Cuál es el motivo de nuestra represión?
- Me parece a mí que estos no están curaos todavía - Susurró el guardia a un enfermero que pasaba por allí.
- Estoy curadísimo, como el queso que a Pancho y a mí en la casa nos espera. Pero cuerdo soy a tal punto de estar loco entero.
- Y tanto. (Jodío del coco). ¿Me los puedo...? Estupendo. Me los llevo. Vengan que les dan el alta.
- ¡Ay Don Cogote que nos envenenan! ¿Qué será eso del alta?
- Mi cazurro preferido con ascendencia de Peralta, que pronto se exalta. Es una expresión para darnos parte de que estamos ya sanos.
- Mira aquí qué certero.- Acompáñenme señores.
Los civiles se llevan a los lores, de viaje, compañeros, a la comisaría más cercana.
- ¡Suéltenos! ¡No soy adevenedizo en la gana!
- ¿Pero dónde me van con pantalones de pana? Que eso ya no se lleva, hombre, que eso es más viejo que La Tana - Se alejó de la seriedad el civil.
Ya por el Abril llegaron a arrivar, arriba por unas escaleras les dijeron que tenían que subir, y declarar...
... la confusión no se haría de esperar.
M.R.C.
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