Cronos se come a sus hijos como metáfora del engullimiento al que nos somete a quienes crea.
El Tiempo es el Dios Verdadero. Por eso no se le ve; de hecho, ni existe, se crea y se cree en él. Cruelmente indiferente, hace malabares con cada lunar nuevo en nuestros cuerpos.
Los ríos, las cicatrices, las estrías, las patas de un ave corajoso en los rabillos de nuestros ojos; todo lo utiliza en su macabro espectáculo de magia.
Un payaso que, diría Baudelaire, se ríe satánicamente con desdén mirando por encima del hombro de los sueños nuestra realidad.
LE TEMPS III
Saturno
lleno de júbilo,
jubilado lo súbito
súdbito
subidito
pupilo del Nilo
ladrón de esperanza
Robin Hood de bonanza
siempre al filo entre el hito
y el hilo del mito.
¡Taciturno!
Tus brazos, relojes
blandos, encojes,
agrandas la danza.
¡Nunca ha sido, es o será tu turno!
¡Saturno!
Tus anillos, nosotros, casados en un rito maldito.
M.R.C.
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