Tiene que saber,
usted...
que no miro nunca a quién,
que esto es pura timidez
que pardiez, linda es su voz
de la Azteca, y de pasión
tiene usted, que saber,
es la mala educación
de mis ojos a los pies
de su música de amor
Y, perdóneme así pues,
que esto es pura timidez
que honradísima estoy yo,
de escuchar la voz de usted.
Y perdóneme otra vez,
y perdóneme, por Dios,
que esto mío, es idiotez
pero sin mala intención.
Y perdóneme otra vez,
y perdóneme otra vez...
M.R.C.
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