La vida es cine,
porque es una continua proyección.
Esperando tu mensaje, que religiosamente a diario desde hace cinco años me desea dulces sueños, mensaje que no ha de llegar, el dolor en mí anda dormido. Mi mente incrédula reclama al alma, que alguna vez, muchas, la avisó de este esperpento.
No lloro tanto
como antes,
porque los mares
se crearon
con mi llanto.
El luto está de luto. Tantas veces fue azabache el vestido de mi esperanza, que se han desaturado sus ilógicos pliegues. Ahora ésta se desagua y evapora, a sorbos de soberbia alexitimia. Todas las vivencias que morimos, están resucitando en el olvido. Ya llegará otra ráfaga de desazón. Pero tengo el sayo preparado.
M.R.C.