lunes, 23 de noviembre de 2015

~ B/C/D ~ VERITATITIS, LA ENFERMEDAD DEL EGO GRANDE

Tengo absoluto control sobre la verdad absoluta. La tengo en posesión y la utilizo, y me halagáis, o no. Si no me halagáis, también la tenéis vosotros.
 

Si lo hacéis, la compartís.

La verdad siempre está, en forma de mentira o de lo cierto.

Pero quién sabe domarla. Pues yo, claramente.
Qué prepotente ¿verdad?

¿Ves? "¿Verdad?"

La vuelvo a tener. Soy increíble y vosotros no.
Porque vosotros, quienes me la dais, me seguís.
Y si me seguís estáis detrás. Y si no me la dais, estáis más detrás aún, porque estáis equivocados.

Qué bonito que lo estéis y yo no.

Qué estupendo tenerla entre rejas.

Entre las cejas. 


                
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¿Por qué se genera un debate, y triunfal, quien es más apoyado, (porque, según el relativismo, quién está objetivamente en lo cierto), se acurruca en los cojines de la ignorancia, con todo lo que parece saber en lugar de enseñar, con empatía y tolerancia, aquello que cree tan cierto y beneficioso para la humanidad?


Porque es más tentador tener la plata uno sólo que un oro entre varios.
Porque Egonar Ciso necesita ser alimentado, es un bebé que necesita cuidados, o, en caso contrario, Inse G. Uridades extenderá el catálogo tan extenso del que dispone en todo momento y le ofrecerá los productos necesarios para cuidarle de forma bastante ineficaz.


M.R.C.



















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