miércoles, 17 de julio de 2013

C ~ LIBERTINOS, QUE NO LIBRETOS ~

- ¿A qué llama usted libreto?
- Yo llamo libreto a aquel sin dignidad, que vaga en los bolsillos de cualquiera sin más mérito que el de ir abierto enseñando su historia, que ya es conocida. 

- ¿Cree que él es un "libreto"?
- Para nada.
- ¿Por qué? Toma las ligas de toda pierna, sin importarle mucho el tiempo que transcurrió desde que se conocieron hasta que aleatoria sujeta se las colocó.

- ¿Y qué, señor mío? ¿Quiere decir ello que el disfrute del cuerpo sucumbe de manera fija y efectiva, mecánica, afligida, a ser alguien sin escrúpulos, a quien si no se le ve la liga, es porque no lleva, o porque incluso, no tiene en sus aposentos, a alguien que no aporta nada a los senderos de la estima de nadie, a alguien que no es capaz de ofrecer cariño, ya sea familiar o amistoso? ¿Quiere usted embaucarme con la idea de que la persona que es consciente de la maravilla que es el traje del alma, y consciente de los placeres que otorga, es en realidad la vanidad tomada forma, el egoísmo exacerbado, el histrionismo de la humildad? 

- Bueno... sólo digo que...

-¿Qué es entonces esa historia dada del revés, en la que se empezó con el amasijo de tallos de un ramo de Afrodita, con las pasiones más corpóreas y humanas, llegando hasta la sinceridad de los ojos, hasta el no posible límite del cariño, incluso hasta ser conocedores de la intimidad del extraperlo sentimental?
¿Quiere mostrarme alguna excusa por la que haya usted de excusarse de su, sinceramente, nefasta para estos tiempos, opinión?

Más libretos son aquellos a los que se les ve el plumín sin echar si quiera tinta.
Él es libertino, que no libreto. Así como todos los de su similar actitud. No juzgue usted por cómo se toma cada uno su situación pasional. El cuerpo se ha dado para algo. Y no precisamente para poner a prueba el alma.

M.R.C






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