* ¿Te acuerdas de cuando era esclavo de tu aroma, cuando te encontraba en la ilusión de un desconocido?
* ¿Los ojos de aquel individuo cualquiera, indagando en lo profundo? ¡Más profundo quería que indagara en otro monte!
* ¿Las sábanas rozando la garganta de entre valles y creando tormentas de escalofríos?
* ¿Una puerta que se abre con indiferencia y muestra la estancia de un suceso que marchitaría, con suerte y desgracia?
* ¿Un solar en medio de edificios, en los que doblegarse, con elegante patetismo, ante el jugo de aquel árbol?
* ¿Aquella cama que quería ser regazo con dosel, pero se quedó en catre de intermitencias agradables?
* ¿La alfombra que cubría un conjunto de madera en el que las rodillas se quejaban, todo porque el resto del cuerpo dejara de hacerlo?
* ¿Zapatos malogrados, y una rausurada manía de desatarse de la apariencia animal, para, paradójicamente, someterse a ésta como de ninguna otra manera?
* ¿Los múltiples recorridos que hacía la memoria para no olvidarse de cuánto tardaría en olvidarse?
* ¿Las manos frías, sudorosas, cálidas, secas, agrietadas o como quisiera el tiempo?
* ¿Los labios, jugosos, violentos, apaciguadores igualmente de toda decadencia de deseo?
* ¿Las plantas de la savia, disponibles con su oxígeno, para cuando se tuviera sed y se quisiera respirar?
* ¿Los paseos a caballo, entre montañas y caminos?
* ¿Las comas entre cada suspiro, con risas entre destellos de confianza?
¿EROS? ¿Por qué te insultan? ¿Por qué no te dejan ejercer tus pasiones como quieras, juzgándote y maniobrando con tu dignidad, como si acaso la dignidad existiera?
M.R.C
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