Soy elegante ingenio. Me nombro tranquilo nerviosismo. Como nómina, tu peor pesadilla. Tanto es así, que apareceré hasta en tus mejores divagaciones soñadoras. Tómalo como amenaza, que no como advertencia. Adorado desorden surge en todo cuanto tocan aquestas manos. Largo cabello dañado por la solana y los vientos.
No sin antes ser brillante y captador de tu mirada. Castañas de gato por ojos. Remolino oval entorno a una aplanada llanura, que es el vientre. Y tú anonadado por la blanquecina halo que enmarcan unos definidos y triangulares labios, que nunca se tornan clausurados, a razón de tenerte entre palabras y sonrisas.
Andares, ora juguetones e infantiles, ora simulando a empresarias con variadas potestades. Voz cambiante entre el valioso canto de un fénix, y el susurro de sirena adormecida por corrientes de aguas caldeadas.
Justifico que lo que puedan liberar mis cuerdas vocales, siendo a veces testarudas, incomprensibles, incoherentes ideas, son así por el simple hecho de pensarlas mejores, sentirlas perfectas, y entregártelas con la mirada al punto.
EGONAR CISO.
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